Correr en Ámsterdam : la Venecia del Norte
- audreyubertino
- 15 sept
- 4 Min. de lectura
Ámsterdam no es sólo la capital de los Países Bajos, también es una ciudad única en el mundo donde la historia, la arquitectura y el arte de vivir se unen en armonía. Explorar la ciudad a pie es una oportunidad para sumergirse en el corazón de su pasado mientras se disfruta de unos paisajes urbanos insólitos. Desde los orígenes medievales en torno a la Presa hasta las tranquilas orillas de los canales, sin olvidar los barrios antiguos, cada zancada le transporta a otra época.

«La moral, la sencillez y la igualdad eran iguales en Ámsterdam que en Esparta, y la sobriedad mayor», declaraba Voltaire en el siglo XVII. Hoy, la capital se ha convertido en el centro cultural y financiero de los Países Bajos. Ciudad peatonal y ciclista ante todo, cuenta con 165 canales y más de 1.200 puentes. Un patio de recreo casi ilimitado. Accesible para todos, ya que Ámsterdam es geográficamente una de las ciudades más llanas del mundo.
Un poco de historia
Los orígenes de la ciudad se remontan a un simple dique, el famoso Dam, que dio nombre a Ámsterdam. En el siglo XIII, por orden del Conde de Holanda, se construyó una presa para contener las aguas del Amstel. Esto no sólo protegió al pueblo de las inundaciones, sino que también creó la primera zona portuaria río abajo. La zona se convirtió rápidamente en un centro de comercio.
El dique, junto con un puente, marcó el punto de partida de la historia de la ciudad. La vida económica y social se desarrolló en torno a la presa, y Ámsterdam pronto se estableció como un importante cruce de caminos. En los siglos XIX y XX, la zona del dique se rellenó y se convirtió en grandes vías de comunicación. Hoy, la plaza Dam, en el corazón de la ciudad, es una vía esencial. Aquí se encuentra el Palacio Real, un antiguo ayuntamiento del siglo XVII que sigue siendo testigo del poder de la ciudad mercantil durante el «Siglo de Oro».

Para un corredor, esta plaza es un excelente punto de partida: une el centro histórico con los barrios modernos y ofrece una versión condensada de lo que representa Ámsterdam: tradición, historia y dinamismo. Cada zancada desde el Dam es una inmersión en varios siglos de historia urbana.
En torno a los canales
Es imposible visitar Ámsterdam sin pasear por sus famosos canales. A menudo se hace referencia a la ciudad como la «Venecia del Norte», pero tiene su propio encanto. Más de 100 kilómetros de vías fluviales serpentean por sus calles, creando una pintoresca red declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 2010.
Correr a orillas del agua es experimentar el ambiente único que hace tan especial a Ámsterdam. Pero cuidado: en la ciudad hay más bicicletas que habitantes, y los carriles bici son sagrados. Por tanto, el ciclista debe tener cuidado de no encontrarse en medio de una corriente de ciclistas apresurados.

Al pasear por los canales empedrados, se topará con multitud de barcazas amarradas. Muchas se han reconvertido en hoteles o residencias, ofreciendo un estilo de vida atípico, que combina modernidad y tradición marítima.
Otro detalle llamativo son las casas estrechas, altas y coloridas que bordean el agua. Esta característica arquitectónica tiene su origen en el sistema fiscal introducido en el siglo XVII: los residentes pagaban impuestos según la anchura de su fachada. Como resultado, los edificios son esbeltos, pero a menudo profundos e ingeniosamente diseñados. Algunos incluso parecen inclinados, lo que añade un encanto único al paisaje urbano.
A lo largo de los canales, sus pasos también estarán salpicados de encuentros sensoriales: puestos de flores rebosantes de tulipanes, el símbolo de los Países Bajos, y queserías donde las ruedas doradas de queso Gouda o Edam ocupan un lugar de honor. Este animado ambiente convierte cada carrera en una experiencia tanto deportiva como cultural.
Correr por barrios antiguos
Aunque el centro de Ámsterdam es ahora una metrópolis abierta y progresista, sus barrios antiguos conservan el alma de un viejo pueblo de pescadores. Pasear por estas callejuelas es sentir la superposición de épocas y la evolución de la ciudad.
El barrio De Wallen, más conocido como el «Barrio Rojo», es sin duda el más controvertido, pero también uno de los más visitados. Famoso por sus escaparates iluminados con mujeres desnudas, ilustra la tolerancia y la libertad que caracterizan a Ámsterdam. Pero más allá de esta imagen sulfurosa, el barrio también es rico en imponentes edificios medievales, como la Oude Kerk (Iglesia Vieja), construida en el siglo XIII y rodeada de pequeñas casas tradicionales.

Cerca, los famosos cafés, emblemáticos de la cultura alternativa holandesa, contrastan con la arquitectura clásica. Los corredores se toparán con una mezcla ecléctica de turistas, artistas y lugareños, que contribuyen al ambiente distintivo de la ciudad.
Otra visita obligada es el cinturón de canales o Grachtengordel. Esta red concéntrica de canales se desarrolló durante la Edad de Oro holandesa, en el siglo XVII, cuando Ámsterdam era uno de los mayores puertos del mundo y un importante centro financiero. Las mansiones burguesas que aún se conservan aquí están ricamente decoradas, con frontones tallados y altas ventanas. Recorrer este romántico escenario casi da la impresión de viajar en el tiempo, entre el esplendor pasado y la vitalidad actual.
Por último, un recorrido por el casco antiguo no estaría completo sin una parada en el mercado de Albert Cuyp, en el barrio de De Pijp. Aunque tengas que ralentizar el paso, el espectáculo de sus coloridos puestos, sus stroopwafels (gofres en almíbar) y su ambiente popular bien merecen la parada.
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