Correr en Tournai: la ciudad de los cinco campanarios
- audreyubertino
- hace 5 días
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Situada a orillas del Escalda, a pocos kilómetros de la frontera francesa, Tournai es una de las ciudades más antiguas de Bélgica. Ciudad de arte e historia, seduce por su excepcional patrimonio, su ambiente acogedor y sus tesoros, a menudo desconocidos. Desde la majestuosa catedral de Notre-Dame hasta los animados muelles que bordean el río, Tournai invita a pasear, descubrir y contemplar. ¡Embárquese en una fascinante exploración de esta ciudad bimilenaria gracias a la ruta de la aplicación JOOKS!

Un centro histórico de una riqueza insospechada
Es difícil hablar de Tournai sin mencionar su milenario pasado. Fundada bajo el Imperio romano, la ciudad fue sucesivamente un bastión merovingio, una ciudad carolingia y, posteriormente, un próspero centro religioso y comercial. Hoy en día es famosa por albergar dos importantes monumentos declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco: la catedral de Notre-Dame y el campanario, dos poderosos símbolos de su identidad.
Comience su visita por la catedral de Notre-Dame, obra maestra del arte románico y gótico. Con sus cinco campanarios esbeltos y su impresionante nave de estilo románico, es uno de los edificios religiosos más destacados de Europa. En su interior, no se pierda el tesoro, que conserva, entre otras cosas, una casulla del siglo XII que llevó el arzobispo Thomas Becket y la reliquia de Notre-Dame, un relicario de plata dorada con incrustaciones de piedras preciosas.

A pocos pasos de allí se encuentra el campanario de Tournai, el más antiguo de Bélgica. Construido en el siglo XII, mide 72 metros de altura y ofrece desde su cima unas vistas impresionantes de los tejados de la ciudad. Su carillón marca las horas con suavidad y hace resonar por toda la ciudad las melodías de antaño. Sirvió sucesivamente como torre de vigilancia, prisión y símbolo de la autonomía municipal.

Paseando por el centro histórico, también encontrará numerosas casas de piedra y ladrillo, testimonio de la arquitectura típica de Tournai. La Grand-Place, rodeada de animadas terrazas, es un excelente lugar para degustar una cerveza local o una especialidad belga mientras se admiran las antiguas fachadas.
Para los amantes del arte, es imprescindible hacer una parada en el Museo de Bellas Artes, diseñado por Victor Horta, maestro del Art Nouveau. Este luminoso edificio alberga una variada colección que abarca desde Rogier van der Weyden hasta Rubens, pasando por Manet y Van Gogh. ¡Una auténtica sorpresa en una ciudad de este tamaño!
Una ciudad moldeada por los siglos
Tournai no es solo una ciudad museo: es una ciudad viva que ha atravesado los siglos, marcada por los conflictos, los renacimientos y los intercambios culturales. Fue la única ciudad belga que perteneció a Inglaterra en el siglo XVI, antes de ser reconquistada por Carlos V. Cada época ha dejado su huella en las piedras y las sinuosas calles del centro de la ciudad.
Entre los vestigios medievales más destacados, el puente de los Agujeros merece una atención especial. Este puente fortificado, que cruza el Escalda, formaba parte de la segunda muralla de la ciudad. Recientemente restaurado para permitir el paso de barcazas más modernas, conserva sin embargo su encanto y sigue encarnando el aspecto militar de la Tournai medieval.

Otro vestigio impresionante: las murallas y las puertas antiguas, como la puerta de Marvis o la torre Enrique VIII, vestigio de las fortificaciones construidas durante la ocupación inglesa. Estos testigos de piedra narran la agitada historia de una ciudad constantemente dividida entre dos potencias, entre lo latino y lo germánico, entre el norte y el sur.
Tournai es también una ciudad de memoria: sufrió graves daños durante las dos guerras mundiales, pero se reconstruyó pacientemente. Algunas fachadas neogóticas datan de este periodo de reconstrucción, especialmente en los alrededores de la rue Royale. Este equilibrio entre conservación y modernidad confiere a la ciudad un carácter singular, hecho de contrastes armoniosos.
Una ciudad artística y acogedora
Tournai también seduce por su ambiente relajado y acogedor, lejos del bullicio de las grandes metrópolis. Es una ciudad a escala humana que invita a tomarse su tiempo, a pasear por sus parques, a disfrutar de sus renovados muelles o a explorar sus numerosos museos, que dan testimonio de su vocación artística y artesanal.
Entre los lugares imprescindibles, no se pierda el Museo de Tapices y Artes Textiles (TAMAT), que rinde homenaje a un arte que sigue muy vivo en la región. Desde la Edad Media, Tournai fue un centro de renombre en la fabricación de tapices y sigue difundiendo este saber hacer. El museo ofrece tanto una colección histórica como exposiciones contemporáneas.

Otro lugar atípico que merece la pena visitar es el Museo del Folclore y el Imaginario, antiguamente conocido como la Maison tournaisienne. Ubicado en una antigua mansión patricia, recrea la vida cotidiana de los habitantes de Tournai en el siglo XIX. Muebles, objetos de época, reconstrucciones de tiendas: es una inmersión total en el pasado local, llena de encanto y nostalgia.
Si es usted amante del arte urbano o de la modernidad, debe saber que Tournai ha sabido acoger las nuevas formas de creación. Los murales de arte urbano salpican algunas calles, y las galerías contemporáneas han ocupado antiguos edificios industriales. La ciudad también alberga una Academia de Bellas Artes muy activa, impulsora de numerosas iniciativas culturales.
Tournai es también una ciudad de festivales: el festival «Tournai Jazz», las Fiestas de la Catedral o el «Ramdam Festival», dedicado al cine transgresor, atraen cada año a miles de visitantes. Sin olvidar el Carnaval o la Marche à bâton, donde, cada lunes de Pascua, los habitantes de Tournai suben al Mont-Saint-Aubert armados con un bastón.
Por último, la gastronomía no se queda atrás: ya sea para degustar un trozo de tarta al djote, una especialidad quesera regional, o para saborear las cervezas artesanales elaboradas en la región, los placeres de la mesa forman parte integrante del encanto de la ciudad. Numerosos restaurantes y tabernas ofrecen una cocina generosa y auténtica en un entorno a menudo pintoresco.
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