"En una ciudad como Fráncfort, uno se encuentra en una situación extraña; los extraños que se cruzan constantemente apuntan a todas las partes del mundo y despiertan el deseo de viajar", declaró Goethe en su autobiografía titulada "Poesía y verdad".
Construida a orillas del río Meno, Fráncfort es una auténtica encrucijada europea, geográfica, histórica y económica.
La ciudad de los emperadores
El nombre de Fráncfort se menciona por primera vez en un documento de finales del siglo VIII. Entonces se llamaba Franconofurd, que significa "el vado de los francos". El propio Carlomagno construyó aquí un palacio. Como consecuencia, Fráncfort se convirtió pronto en una de las mayores ciudades del Sacro Imperio Romano Germánico. Desde mediados del siglo IX, los emperadores alemanes eran nombrados aquí, antes de ser coronados en Aquisgrán, lo que aceleró el desarrollo de la ciudad. Se convirtió entonces en ciudad libre imperial y, en 1250, se le concedieron nuevos privilegios.
La Colegiata de San Bartolomé, a menudo llamada la Catedral, es uno de los testigos de este Sacro Imperio, que duró mil años. Su recorrido por Fráncfort le llevará sin duda a pasar por este edificio, reconstruido en gran parte en el siglo XX tras los bombardeos. A pesar de su aspecto moderno, el claustro gótico, el crucero y la torre monumental quedan del lugar donde se coronó a los emperadores desde 1562 hasta la caída del Reich en 1806.
Durante su visita, descubrirá también la plaza Römerberg. Típica de la región, rodea el ayuntamiento -el Römer, con sus esculturas que representan a los emperadores alemanes y su águila simbólica- y acoge numerosas ferias, entre ellas el mercado de Navidad.
Una grüne Soße en el corazón de Sachsenhausen?
En el siglo XVI se desarrollaron en Fráncfort actividades artísticas y comerciales. Tras la invención de la imprenta de tipos móviles por Johannes Gutenberg en la región de Estrasburgo, Fráncfort se convirtió en sede de la feria del libro más importante del Sacro Imperio Romano Germánico. El posterior periodo de prosperidad duró sólo un siglo. El levantamiento de los artesanos a principios del siglo XVII, seguido de la epidemia de peste, debilitó el poder de la ciudad.
De la Edad Media y el Renacimiento quedan numerosos edificios históricos. En el barrio de Sachsenhausen, que puede recorrer en una de nuestras rutas, aún quedan algunas casas tradicionales a lo largo de las calles empedradas.
Si le apetece, haga una pausa en su visita a Fráncfort y disfrute de un vaso de Apfelwein, la sidra local, con patatas cubiertas de grüne Soße, una salsa importada por el abuelo de Johann Wolfgang von Goethe cuando emigró a Fráncfort desde Lyon. O Frankfurter, las famosas salchichas, hoy populares en todo el mundo.
Las torres de "Mainhattan
Durante la Segunda Guerra Mundial, Fráncfort fue destruida casi en su totalidad por los bombardeos aliados. Especialmente el 22 de marzo de 1944, cuando un ataque británico destruyó casi todo el centro histórico, matando instantáneamente a 1.001 personas. La ciudad fue reconstruida, a veces de forma idéntica, como el Römerberg. Pero a menudo, la elección fue decididamente moderna.
A pesar de que en 1949, tras las elecciones al primer Bundestag alemán, Bonn fue elegida en lugar de Fráncfort como capital de la RFA, esta última se convirtió rápidamente en un importante centro financiero. Hoy es una de las principales ciudades de Alemania y su principal centro económico.
Este desarrollo, y la subsiguiente riqueza económica de la ciudad, condujeron a la frenética construcción de grandes edificios en el distrito bancario. Fráncfort es hoy sede del Banco Central Europeo.
Cuando corra o camine por el centro de Fráncfort, verá las torres gemelas del Deutsche Bank y la Bolsa, que es el mayor centro de negociación de Alemania. De hecho, en ella se negocia el 85% de las acciones alemanas. Frente a ella se alzan las dos famosas estatuas del oso y el toro. El primero simboliza la caída de las cotizaciones, el segundo la subida.
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